Pensarnos como personas “interiores”, capaces de un mundo interior, tierra fértiles para crecer en espiritualidad, para educarnos, aceptarnos, hacer silencio y escucharnos desde otro lado que “desde el pasillo”, cruzar miradas y descubrirnos, comprendernos desde las distintas situaciones vitales que estamos transitando, nos predispone para construir ambientes vitales más profundamente humanos y por lo tanto humanizarnos a nosotros mismos y pensar una historia y un futuro donde la secuencia no sea de “situaciones humanas a menos humanas” sino de “situaciones humanas a más humanas”.
No podemos dejar de considerar que lo que pasa en nuestras aulas, es lo que sucede normalmente en el ámbito social: violencia, agresividad, desconocimiento de roles y funciones, irresponsabilidad, falta de hábitos y limites, falta de silencios y por otro lado silencios vacíos de contenido y significado, superficialidad, individualismo, exacerbamiento de la imagen, cultura digital sin encuadres ni limite. Estos datos complican seriamente la convivencia en el aula, entre los alumnos y con los docentes, entre docentes y con las familias. En medio de esto subsiste la familia entre un oleaje complicado; hay quienes luchan por mantener valores humanos y evangélicos.
Notamos la creciente dificultad en lograr crear climas adecuados de enseñanza, de compartir, de escucha, de respeto, de tolerancia, de silencio. Por supuesto que esto es una barrera muy difícil de superar si pensamos estos contextos como contextos aptos para actos educativos o de oración o de anuncio del evangelio.
“Educación de la interioridad” es educarnos en descubrir que somos personas con un mundo interior, con sueños, sentimientos, pensamientos, espiritualidad.
Es importante aclarar algo: no es una preocupación por la catequesis o la pastoral, es una preocupación por el acto educativo-pastoral en general, es una preocupación por aquello que humaniza o que deshumaniza, que nos permite educar en contextos más adecuados, tanto para el alumno como para el docente.
Es por todo esto que como institución educativa Marianista apuntamos fuertemente al desarrollo integral de nuestros alumnos. La experiencia ya empezó a desarrollarse y a hacerse efectiva con alumnos de 5to grado del nivel primario. Paulatinamente se iran agregando grados, también cursos del nivel secundario y salitas de jardín.