Proyecto Educativo Pastoral

Proyecto Educativo Pastoral
de los centros educativos marianistas
de Argentina

1. Presentación.

1. Los Centros Educativos Marianistas  quieren ser presencia y testimonio de Jesucristo y de la Iglesia para cumplir con su misión evangelizadora, trabajando en la promoción integral de la persona humana, en el campo de la cultura y en el proceso de humanización de la sociedad. Esta definición es honda y permanente, porque surge del núcleo carismático que inspiró al beato Guillermo José Chaminade, fundador de la Familia Marianista. Es nuestra razón de ser fundamental e identificatoria. Este núcleo vital y esencial debe encarnarse en un lugar y en un tiempo, la Argentina que ya transita la segunda década del siglo XXI. Razón de ser y encarnación confluyen en el Proyecto Educativo Pastoral de los Centros Educativos Marianistas de Argentina.

2. Sabemos que estamos viviendo un cambio de era y que los paradigmas tradicionales ya no brindan todas las respuestas que necesitamos. En ese cambio, la institución escolar sufre, se siente desorientada y busca transformarse. Por ello, el objetivo más importante del Proyecto Educativo Pastoral es inspirar a las comunidades educativas para que busquen los caminos adecuados para configurar el futuro de nuestros colegios. Este proceso requiere reforzar nuestra identidad mirando al porvenir y cambiando aquellos esquemas de pensamiento que se muestran agotados.

3. El Proyecto Educativo Pastoral nos brinda un horizonte de sentido y de trabajo, desafíos frente a los cuales necesitamos decisión, creatividad, trabajo y esperanza. Por ello, este Proyecto  es un marco de referencia para abordar problemas y diseñar estrategias.

4. Es un Proyecto que nos señala las metas a lograr y el horizonte que deseamos alcanzar para cumplir, en este tiempo y en este contexto, con la misión educativa y evangelizadora marianista. Por ello se ha gestado a partir de una mirada sistémica que relacione nuestras fuentes de identidad con el diagnóstico de las necesidades personales y sociales para que, desde ese análisis encarnado, poder brindar respuestas educativo-pastorales posibles que permitan construir el futuro de nuestras obras educativas.

5. Nuestro Proyecto Educativo Pastoral se sostiene en:

  • Una concepción antropológica cristiana.
  • El carisma marianista.
  • Un estilo educativo personalizador, socializador y evangelizador.
  • El conocimiento del medio y del contexto.
  • El trabajo conjunto de toda la comunidad educativa: educadores, alumnos, padres, ex alumnos, religiosos, personal auxiliar, directivos…

2. Nuestra identidad

6. El Proyecto Educativo Pastoral de los Centros Educativos Marianistas de Argentina recoge la riqueza de una historia educativa que se remonta al siglo XIX. En aquellos tiempos, desde Burdeos (Francia), el beato Guillermo José Chaminade (1761-1850) proponía –inspirado por el Espíritu Santo- una variedad de estrategias pastorales para re-evangelizar su país. Entre ellas, tenía especial estima y le otorgaba gran relevancia a la tarea educativa.

7. En el documento “Características de la Educación Marianista”[1] se expresa que:

  • Los marianistas consideramos la educación como un medio privilegiado de evangelización al servicio de la Iglesia para transformar el mundo.
  • La educación marianista tiende a sembrar, cultivar y hacer fecundo el espíritu cristiano en los hombres. Por esta razón, en nuestros centros educativos es prioritaria la formación en la fe y la animación de comunidades cristianas.
  • Toda persona ha sido creada a imagen y semejanza de Dios y es básicamente buena; pero, debilitada por el pecado, necesita de una disciplina personal para llegar a practicar habitualmente el bien. No obstante, la persona vale por si misma y no puede quedar reducida a los trabajos que realiza o a sus logros. Dotada de inteligencia y libertad, se hace más humana en la medida en que participa en el amor y servicio de una comunidad.
  • Enraizada en estas convicciones de fe, la tradición marianista nos invita a una prudente apertura y a una actitud creativa ante los cambios sociales y culturales del mundo, siguiendo la máxima del P. Chaminade: “A tiempos nuevos, métodos nuevos”.
  • Esperamos mantener vivas y actualizadas nuestras instituciones educativas y nuestra presencia personal, y comunicar a los demás lo que el P. Chaminade creía que María ofrecía a nuestras vidas: “una razón para nuestra esperanza… un apoyo, una ayuda, una fuerza renovada“.
  • “Como educadores marianistas estamos llamados a  ofrecer a todas las personas de nuestro entorno el testimonio de nuestras vidas, a vivir de tal forma que vivamos con fuerza el mensaje del Reino de Dios, presente ya en medio de nuestro mundo, pero cuya realización está todavía por completar.”

8. Presente en nuestro país desde 1932, esta tradición se hizo argentina y, a  lo largo de tantas décadas, sacerdotes, religiosos y laicos inspirados en la espiritualidad marianista han sembrado educación en distintos lugares de nuestra Patria. A través de la figura del Instituto Cultural Marianista nuestros centros educativos procuran “la actividad educativa sistemática, la promoción de actividades culturales, la educación no formal y la promoción social”. Se “inspira en el carisma marianista, tal como es interpretado y vivido por la Compañía de María (marianistas) siguiendo las huellas del Beato Guillermo José Chaminade. La espiritualidad marianista impregna sus obras y tareas y anima la formación humanista y cristiana de sus miembros”[2].

9. El fin último del Instituto Cultural Marianista es contribuir a que las obras educativas marianistas formen personas íntegras, ciudadanos solidarios, cristianos discípulos y misioneros y comunidades de fe.

Son objetivos generales de nuestros centros educativos las Características de la Educación Marianista (CEM):

  1. Educar para la formación en la fe.
  2. Ofrecer una educación integral de calidad.
  3. Educar en el espíritu de familia.
  4. Educar para el servicio, la justicia, la paz y la integridad de la Creación.
  5. Educar para la adaptación y el cambio.

La presencia marianista se siente llamada a vivir y presentar un renovado modo de ser Iglesia que viva la fraternidad y el servicio, la comunión y la participación. La persona y las actitudes de María nos inspiran para vivir un estilo mariano de Iglesia[3].

10. Asumimos y valoramos nuestra identidad, nuestra historia y la tradición educativa forjada  a lo largo de todos estos años de presencia marianista en Argentina. Intentamos ser dignos continuadores de ese esfuerzo, siendo fieles al Evangelio y a nuestro carisma, con profesionalismo y dedicación, al servicio de nuestras instituciones  y de las personas que las componen y les dan vida.

3. Desafíos para los Centros Educativos Marianistas de Argentina

 

3.1. Conformar  una comunidad educativa en clave pastoral

La educación es más cuestión de atmósfera que de enseñanza. Una escuela católica no es tanto aquella en la que se enseña la doctrina católica junto a las demás materias, como aquella en la que todo es enseñado con un espíritu cristiano.

 

Este gran objetivo no se cubre, simplemente, con tener espacios de catequesis o clases de religión, porque de esa forma avalaríamos y nos conformaríamos con una dinámica institucional de paralelas: lo académico va por un lado, lo pastoral va por otros carriles.

 

Debemos pasar de “tener” pastoral a construir comunidades en clave pastoral, porque en los Centros Educativos Marianistas el esfuerzo pedagógico y el esfuerzo evangelizador se unen en un solo proceso de desarrollo integral animado por el Espíritu Santo.

11. La Educación Marianista comprende al hombre como un ser creado por Dios que, llamado a colaborar en el desarrollo y cuidado de la creación, construye la Historia, entendida como realización progresiva del Reino de Dios. Para ello, considera prioritario desarrollar la apertura a la trascendencia y promover el desarrollo de una conciencia ética y política autónoma.

12. Una imagen de Dios cercana y visible, un mensaje en diálogo con la cultura y una espiritualidad encarnada, sencilla y sensible al sufrimiento humano, son las condiciones indispensables para poder anunciar, como permanente novedad transformadora, el Reino de Dios: el proyecto de plenificación personal y de hermandad universal soñado por Dios.

13. Los Centros Educativos Marianistas estructuran sus propuestas pedagógicas y pastorales considerándolas medios privilegiados para formar en la fe. Procuran sembrar, desarrollar, fortalecer y hacer fecundo el espíritu cristiano en las personas.[4]

14. A través de sus propuestas pedagógico-pastorales, los Centros Educativos Marianistas anuncian a un Dios que es Padre y Madre y que nos ama gratuitamente; a un Dios que sale a nuestro encuentro en  la persona de Jesucristo, en el misterio de la Encarnación y entregándonos su vida por amor; a un Dios que, por su Espíritu, nos propone transitar caminos de vida en comunidad.

15. Un colegio en clave pastoral integra el conjunto de la cultura humana con el mensaje de la fe, de modo que el conocimiento del mundo, de la vida y del hombre, que los alumnos poco a poco adquieren, sea puesto en diálogo con el Evangelio. Un desafío permanente para los Centros Educativos Marianistas es recrear un auténtico diálogo e intercambio entre los contenidos y las prácticas de las diferentes disciplinas y la mirada evangélica que las enriquece.

16. Esta percepción de la misión educativa necesita  educadores con  una espiritualidad y una vocación profunda, que procuren ser testigos con su propia vida. Personas a quienes les apasione el anuncio evangélico a través de la educación y, al mismo tiempo, conciban la educación como acto evangelizador. Los principales animadores de la pastoral educativa son los educadores y por ello el desarrollo de su espiritualidad es un objetivo central y permanente de los Centros Educativos Marianistas.

17. La Catequesis en los Centros Educativos Marianistas busca promover la opción personal por Jesucristo y la maduración de la vida cristiana en sus diferentes aspectos. Constituye un espacio privilegiado y habitual de anuncio y educación de la fe.

Son elementos imprescindibles de la metodología catequística marianista la motivación, la dimensión doctrinal, la lectura de la Palabra de Dios, la reflexión,  la conexión con la propia vida y con la comunidad, la oración, la celebración de la  fe, y la motivación para el servicio.

18. El catequista de los Centros Educativos Marianistas se siente llamado a participar del proceso de evangelización, desde sus deseos de vivir la fe, compartirla y proclamarla para ayudar a transformar personas y comunidades. En los Colegios Marianistas, todo maestro participa activamente  de la catequesis: por ello es una prioridad institucional colaborar en su preparación específica y favorecer el desarrollo de su espiritualidad.

19. Un colegio en clave pastoral propicia la apertura a la trascendencia  a través de la educación de la interioridad personal, acompañando a los alumnos en el descubrimiento de lo divino por medio de experiencias de silencio, de contemplación, de oración, de meditación, de la educación de los sentidos y la significatividad de los ritos y los símbolos.

20. En este proceso de educación de la interioridad y apertura al Misterio, cobran especial relevancia las mediaciones simbólicas y los lenguajes que se emplean. Una eficaz tarea educativa y evangelizadora requiere tener en cuenta los cambios de códigos culturales  y desarrollar  lenguajes pastorales significativos para los hombres y mujeres de hoy.

21. La fe del corazón conduce a la celebración. Por ello, son objetivos importantes de la acción pastoral, introducir en la experiencia de Dios y enseñar a rezar. La celebración de la fe debe estar bien integrada y motivada  por la tarea catequística, pero también por la acción y la participación de todo el personal.  La oración comunitaria culmina en las celebraciones litúrgicas y en la vivencia de los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, centro de nuestra vida espiritual.

22. Los Centros Educativos Marianistas intentan vivir y proponer una forma de ser comunidad inspirado en el Modelo Mariano de Iglesia. Queremos que nuestras obras educativas tengan un rostro eclesial inspirado en María: acogedor, hospitalario, festivo, contemplativo, humilde, solícito y con entrañas de misericordia, hogar de pobres y necesitados. Queremos ser una comunidad equilibrada entre  la comprensión, la apertura y al mismo tiempo la anunciación, la toma de posición y los valores del Evangelio.

23. Un colegio en clave pastoral se caracteriza por la escucha y el acompañamiento a todos sus miembros. Cada persona tiene necesidad de ser escuchada y puede encontrar contención en las comunidades educativas marianistas.

24. En los Colegios Marianistas es fundamental el papel de los religiosos y las religiosas en el acompañamiento espiritual, la cercanía y la presencia con todos, su testimonio de fidelidad y de  encarnación del carisma del padre Chaminade.

25. En los Centros Educativos Marianistas desde la infancia se promueven itinerarios pastorales, talleres de formación y retiros, experiencias de servicio, grupos de jóvenes y de misión como medios eficaces para vivir la fe. En ellos se comparte la vida, la amistad, la oración, la formación en la fe y el servicio a los más pobres.

26. En estos tiempos de cambios, resulta necesario que nuestros centros educativos tengan propuestas pastorales orientadas hacia los adultos.  Por ello se promueve la creación de comunidades, como forma marianista de vivir la fe y compartir la vida. Comunidades sencillas,  sostenidas por lazos fraternos dentro de una estructura abierta. Su promoción constituye uno de los objetivos más importantes dentro de la misión educativa y evangelizadora marianista.

 

 

3.2. Desarrollar una propuesta pedagógica centrada en los procesos de aprendizaje

La escuela del nuevo siglo es una institución con nuevos alumnos, sujetos activos del aprendizaje,  diferentes en muchos aspectos a los que poblaron sus aulas hasta el momento.  Es necesario que los educadores marianistas asumamos que no solamente estamos en un escenario distinto sino con actores distintos que construyen el aprendizaje en relación con sus pares y con docentes que facilitan y se constituyen en mediadores del proceso.

27. La persona es un ser situado, en una época, en una cultura, en un lugar social. Educar y evangelizar a un ser humano implica partir de lo que él sabe de sí mismo, de sus representaciones sobre el mundo y de sus expectativas para la vida.

28.  Una educación integral de calidad centra su atención en el alumno. Procura comprender cada vez mejor sus procesos de aprendizaje, sus maneras de expresar emociones y sentimientos y sus formas de vincularse con los demás.

29.  El alumno es portador de saberes que provienen de sus aprendizajes anteriores y de su interacción con otras personas y ambientes. No puede ser considerado un receptor pasivo de información, sino que es un sujeto activo de su propia educación. Por ello se debe promover su actividad, participación y creatividad,  para que progresivamente conozca su realidad social y sea capaz de transformarla.

30. En la sociedad del conocimiento que estamos viviendo, el aprendizaje se construye y se vuelve significativo cuando se conecta con los propios saberes previos, el deseo de aprender, el interés personal y las necesidades vitales. Se hace necesario confiar en el alumno y dar espacio a su iniciativa, su curiosidad, su exploración y su expresión.

31. El aprendizaje supone el cultivo de la interioridad, para que cada alumno pueda conectarse con sí mismo, reconocer sus deseos más profundos y tomar conciencia de sus necesidades.

32 .En esta línea, cobra especial relevancia la educación para el amor. La  sexualidad es un aspecto esencial de la persona, un modo propio de ser,  de comunicarse con los otros, de sentir, manifestar y vivir el amor humano. En ella se expresan las dimensiones que constituyen a la persona: biológica, psicológica, cultural, ética y espiritual. En nuestros Centros Educativos nos proponemos formar hombres y mujeres con capacidad para discernir y decidir sobre sí mismos, respetuosos de la vida como el gran don de Dios, capaces de asumir su sexualidad dentro de un proyecto de vida.

33. Nuestros alumnos son niños y adolescentes que poseen atención múltiple y no lineal; que aprenden signos e íconos antes que letras; que aprenden por ensayo y error; que acceden a la información a través de sistemas digitales; que consideran a las imágenes, el movimiento y la música más importantes que los textos. Por ello algunos medios imprescindibles para favorecer su aprendizaje son:

  • Las experiencias directas sobre la realidad.
  • La interacción con otros.
  • La participación de las familias.
  • La resolución de situaciones problemáticas concretas.
  • El despliegue de su creatividad e innovación.
  • La integración de datos y razonamientos provenientes de diferentes áreas.
  • La promoción de la reflexión personal y el análisis.
  • La apertura para descubrir, conocer y actuar en una realidad intercultural.
  • El aprovechamiento pedagógico de lo visual y expresivo.
  • La incorporación al nuevo paradigma de aprendizaje que nos presentan  las Tics.

34. Aprendemos más y mejor cuando lo hacemos con otros. El diálogo pedagógico y una real comunicación entre los pares inciden directamente en una mayor calidad de aprendizaje del alumno.

35. El aprendizaje-servicio es una herramienta que permite aunar la intencionalidad pedagógica planteada, con una intencionalidad solidaria. Integrando contenidos curriculares en la resolución de problemas, el aprendizaje en el terreno y con otros, y un necesario despliegue de múltiples saberes y competencias, el aprendizaje-servicio educa para la ciudadanía y la transformación de la realidad, y contribuye a fortalecer a los niños y jóvenes en activos protagonistas del presente.

36. Para integrarse positivamente a la sociedad del conocimiento, como medio de crecimiento humano y herramienta de servicio, los alumnos marianistas deben desarrollar una serie de competencias imprescindibles:

  • Lectura comprensiva.
  • Fluidez de vocabulario.
  • Expresión clara y coherente.
  • Manejo de idiomas.
  • Habilidades para seleccionar información confiable y verificada.
  • Capacidad crítica, creativa y de investigación.
  • Debate  con argumentación.
  • Uso crítico de las Tics.
  • Trabajo en equipo.
  • Capacidad para la toma de decisiones.
  • Apertura a lo diverso y complejo.
  • Educación afectiva.
  • Educación artística.
  • Integración de la dimensión corporal de la persona.
  • Aprender a aprender.

 

3.3. Contar con educadores que favorezcan el aprendizaje y sean referentes para sus alumnos

En la escuela tradicional, el docente monopolizaba la transmisión del saber y estimaba que una audiencia homogénea lo recibía. Esta concepción  se ha visto superada por los desafíos que plantean las nuevas generaciones en el actual contexto. Es necesario realizar un saludable ejercicio de desaprendizaje y de aprendizaje por parte de los educadores, para resignificar su autoridad docente en la transmisión de su saber.

37. Para el educador marianista, la tarea educativa es una misión, que requiere del cultivo de su propia espiritualidad para poder dar testimonio con su vida de los valores que transmite.  La base de una buena enseñanza es que los educadores  sepan transmitir pasión por lo que enseñan y den a sus alumnos renovadas razones para el esfuerzo por educarse.

38. Una buena enseñanza requiere que los educadores generen un clima de confianza entre ellos y los alumnos. Construyan un vínculo afectivo, basado en el amor, la paciencia, la firmeza, la escucha y las altas expectativas sobre sus posibilidades.

39. El educador marianista procura ser referente para sus alumnos y  desarrolla una mirada capaz de valorar  la riqueza y el misterio profundo que habita en el corazón de ellos. Asume la tarea encomendada y su responsabilidad, manteniéndose cercano, atento a sus necesidades sin desdibujar su rol pedagógico. En su acción cotidiana, los escucha y demuestra capacidad para acompañarlos en sus procesos vitales.

40. Una buena enseñanza se orienta al menos por cuatro preguntas que requerirán de continua reflexión: ¿Quiénes son nuestros alumnos? ¿Cómo aprenden nuestros alumnos?; ¿qué necesitan saber mis alumnos?; ¿qué necesitan saber hacer mis alumnos?

41. La buena enseñanza potencia los aprendizajes. Es de suma importancia ofrecer estrategias adecuadas de enseñanza, que cuenten con una organización consistente de la información y se conecten con los intereses de los alumnos. Implica además reconocer la complejidad de los procesos de aprendizaje y la necesidad de crear ambientes propicios para el mismo. Las formas didácticas que requieren los nuevos alumnos no surgen de un método pre establecido y uniforme.

42. Una responsabilidad de los educadores marianistas es la organización de los contenidos en forma coherente, integrada y con complejidad creciente. Es importante desplegar la capacidad para seleccionar la cantidad y la calidad de las intervenciones del docente, para sostener, orientar y enriquecer el proceso de aprendizaje de los alumnos.

43. Los educadores marianistas parten de la premisa de que los alumnos aprenden de distinta manera y en diferentes tiempos. Buscan respetar y valorar las diferencias y promueven vínculos para que esas diferencias se complementen y generen mutuo enriquecimiento.

44. Todos los alumnos necesitan una atención personalizada, ser escuchados y una propuesta institucional de acompañamiento y ayuda, para que puedan alcanzar los mínimos de aprendizaje requeridos. Los alumnos con dificultades representan un compromiso prioritario para los educadores marianistas.

45. Los educadores marianistas son promotores de una cultura colaborativa que permite enriquecer su formación y favorece la capacitación permanente. Ésta implica la confianza, el apoyo recíproco entre docentes y el apoyo institucional, en procura de la conformación de una verdadera comunidad de educadores.

46. Algunas claves para la actuación del educador marianista son:

  • Estimular la escucha atenta, a través de consignas claras, ordenadas y precisas.
  • Facilitar el contacto directo con las fuentes de información y enseñar a procesarla.
  • Interpretar y analizar la información proveniente de múltiples fuentes.
  • Promover la elaboración de hipótesis para resolver problemas, contrastarlas y reformularlas como parte del proceso de resolución.
  • Favorecer la interrogación y la confrontación de aquello que se percibe con la realidad.
  • Colaborar en la formación de una mirada integral que supere la percepción visual y mediática.
  • Considerar la identificación del error como información necesaria para acceder a nuevos conocimientos.
  • Resignificar el sentido de la evaluación ya que,  además de acreditar saberes adquiridos, debe considerarse como parte del proceso de enseñanza y aprendizaje, como aporte de información que permita mejorar las estrategias del que enseña y del que aprende.

 

3.4. Promover la formación de ciudadanos  responsables y comprometidos

 

La sociedad moderna se asentaba sobre algunos pilares evidentes: el hogar familiar, el trabajo, la ciudadanía, las leyes y la búsqueda de la homogeneidad social. Esos pilares se han vistos conmovidos y está surgiendo un nuevo modelo, basado en la pluralidad, la preeminencia de los deseos individuales y disfrutar una buena vida.

 

Este nuevo modelo  ha favorecido el deterioro de los lazos comunitarios y la  fragmentación social. Frente a él, la gran cuestión es cómo, sin resignar espacios para la autonomía personal, se construyen nuevas formas de solidaridad y de ciudadanía. La pregunta que debe estimularnos es: ¿Cuál debería ser el papel de la escuela en la construcción de una nueva ciudadanía?

47. La educación marianista destaca el carácter social de la persona y promueve el servicio a los demás como expresión del amor al prójimo. Por ello en los Centros Educativos Marianistas se procura formar ciudadanos libres, críticos y creativos que promuevan el respeto a los Derechos Humanos y la transformación de la sociedad, en procura de condiciones de vida más dignas y justas para todos.

48. En todas sus propuestas y contenidos pedagógicos, los educadores marianistas procuran que sus alumnos:

  • Aprendan a discernir, a partir del Evangelio, entre lo que humaniza y lo que deshumaniza, entre lo justo y lo injusto, dentro de la complejidad de la realidad.
  • Aprendan a participar, a brindar su aporte constructivo, a generar espacios de mediación para la resolución de conflictos, a desarrollar actitudes y comportamientos democráticos en un contexto de pluralidad.
  • Desarrollen un profundo compromiso hacia el prójimo, considerando a toda persona hijo de Dios y nuestro hermano. Este compromiso se manifiesta cotidianamente en el respeto entre todos, la no discriminación, la inclusión y la integración positiva de la diversidad.

49. Asumiendo la impronta de la Encarnación, los Centros Educativos Marianistas buscan generar en sus alumnos el compromiso ciudadano,   la preocupación  por el bien común, el cuidado de la vida y la integridad de la Creación,   la valoración del trabajo y el sentido de familia.

50. Nuestros centros educativos estimulan el encuentro de todos los miembros de sus comunidades educativas con los pobres y excluidos, con el objetivo de ofrecer asistencia, desarrollar una promoción humana evangelizadora, aprender de ellos y con ellos,  establecer un vínculo personal y  construir una conciencia ciudadana que trascienda la acción social.

51. La formación integral de los Centros Educativos Marianistas busca que los miembros de sus comunidades educativas (alumnos, docentes, auxiliares, padres, ex alumnos) pongan su talento y capacidad al servicio de los más pobres, los marginados, los olvidados.  Por ello los Colegios procuran articular sus acciones de servicio con la Fundación Misión Marianista, brazo solidario de la familia marianista en Argentina.

3.5. Profundizar la identificación con el estilo y la misión marianistas

Los Colegios Marianistas tienen una identidad, surgida de un carisma, una espiritualidad y un estilo pedagógico. Durante el siglo XX, la identidad de nuestros Colegios ha estado garantizada por la presencia, animación y conducción de los religiosos marianistas.

En el siglo XXI, el desarrollo de la misión educativa marianista en la Argentina requiere profundizar nuestra identidad como Familia, lo cual nos desafía a profundizar el carácter colectivo para animar y llevar adelante las obras. Laicos y religiosos unidos por un espíritu, un proyecto, una misión. Familia que quiere ser sacramento, presencia que manifiesta a un Dios que nos ama.

 

52. El Proyecto Educativo Pastoral de los Centros Educativos Marianistas requiere de hombres y mujeres que asuman la impronta marianista como su opción de vida personal. Por ello en las comunidades educativas se debe poner el acento en el desarrollo de la propia vocación, como respuesta al llamado del Señor para vivir en la fe y desde la fe. Particular atención se pondrá en el descubrimiento, acompañamiento y desarrollo de vocaciones docentes y religiosas.

53. Para aumentar la identificación con el estilo y la misión,  los Colegios Marianistas deberán promover un mayor grado de participación y corresponsabilidad de sus miembros,  para conformar una verdadera red marianista, donde la responsabilidad y la preocupación por lo particular de cada obra se combinen con el aporte a la misión general, en una auténtica comunión.

54. El futuro marianista de nuestros Colegios dependerá, en buena medida, del espíritu que se viva entre su personal. Solo habrá Centro Educativo Marianista con una comunidad de educadores que asuman conscientemente  su misión, percibiendo  que entre sus manos tienen algo más que un trabajo. Por lo tanto, es imprescindible conformar un grupo lo más amplio posible, pero al mismo tiempo nítido, de educadores que se formen y se comprometan con la misión educativa y evangelizadora marianista.[5]

55. En esta comunidad de educadores, cada directivo de los Centros Educativos Marianistas asume “la responsabilidad que se le ha confiado como una misión en el ámbito de la misión educativa marianista de Argentina, y se preocupa por su formación y crecimiento personal y comunitario en la espiritualidad marianista”[6]

56. Nuestros Centros Educativos fomentan la identificación de los alumnos con el estilo marianista a través de actividades, propuestas y ámbitos que alimenten su sentido de pertenencia.

57. La educación marianista siempre ha considerado clave la colaboración entre el Colegio y las familias. Esta colaboración debe resignificarse a la luz de los nuevos modelos sociales, para poder descubrir las necesidades de las familias, sus cambios y las propuestas que recibimos de ellas. A  través de una participación más profunda, los Centros Educativos Marianistas procuran acrecentar la identificación de los padres con los objetivos de la misión.

58. Los ex alumnos marianistas están llamados a participar y a enriquecer la identidad de nuestros Colegios, a la vez que a extender la propuesta marianista en los más diversos ámbitos de la sociedad.

3.6. Construir ambientes y estructuras de mayor participación.

 

El verticalismo y la conducción personalista, habituales en la escuela tradicional, se están extinguiendo sin remedio. Cabe entonces buscar, aplicar y desarrollar nuevas formas de gestión y de animación, porque tanto el modelo social (democrático) como las reflexiones más agudas sobre gestión señalan que nada funciona bien por largo tiempo si no es asumido por sus actores, lo cual se logra en un marco de creciente participación. Esta demanda no es desconocida para nosotros, porque responde al modelo de gestión y animación de la tradición marianista.

 

59. Los Centros Educativos Marianistas buscan crear un ambiente de familia que favorezca el crecimiento y maduración de las personas. Ello exige el cultivo de relaciones interpersonales sanas y maduras basadas en libertad y el amor.

60. Nuestros Centros Educativos son comunidades educativas. Forman parte de ellas  el personal, los alumnos, los ex alumnos, los padres, los religiosos y las religiosas. Cada integrante procura colaborar de manera armónica y organizada para alcanzar los objetivos de la educación marianista, en un marco de participación y corresponsabilidad. La mayor participación favorece que los miembros de nuestras comunidades avancen hacia compromisos firmes, con el objetivo de formar, entre todos, un “nosotros”.

61. Los Centros Educativos Marianistas favorecen espacios y estructuras que construyan un ambiente comunitario respetuoso, acogedor y fraterno, que se convierta en un punto de referencia para sus miembros.

62. Los Centros Educativos Marianistas promueven espacios de participación y compromiso donde los alumnos pueden hacer oír sus inquietudes, generan propuestas y aprenden a ser partícipes de la sociedad en la que viven.

63. En este marco, el ejercicio de autoridad en los Centros Educativos Marianistas requiere racionalidad, coherencia en la tarea, aptitudes para escuchar y acordar, trabajo en equipo, paciencia y logro de objetivos positivos.

64. El Consejo de Dirección es el órgano colegiado responsable de la animación y gestión integral de un Centro Educativo Marianista. Es presidido por el Rector y esta integrado por el representante/apoderado legal, los directores de nivel o sección, el encargado de pastoral, el administrador y el representante de la comunidad religiosa marianista del lugar. Toma las decisiones a través de un proceso de participación, discernimiento y búsqueda de consensos, sin excluir la votación y la aprobación por mayoría simple. El Consejo de Dirección es  responsable de la concreción de este Proyecto Educativo Pastoral, impulsando  la participación orgánica de alumnos, personal docente y auxiliar, religiosos, padres y exalumnos en la vida colegial.

65. En los Centros Educativos Marianistas se promueven ámbitos para la participación y animación de los equipos docentes en la búsqueda de una gestión asumida y encarnada por la comunidad educativa.

66.  En los Centros Educativos Marianistas, las comunidades religiosas desempeñan un papel importante: son la tradición y la continuidad, presencia y testimonio. Necesitamos su oración, su acogida, su apertura para compartir, su cercanía para acompañar, su hospitalidad. Necesitamos que los religiosos puedan animar al personal en sus vidas y brindar orientaciones oportunas.

67. Las  Asociaciones de Padres son el canal de participación orgánica de los padres en la vida de nuestros Centros Educativos.  A través de ellas, los padres se involucran directamente en la construcción de la comunidad educativa.

68. Las Asociaciones de Exalumnos Marianistas son el canal de participación orgánica de sus exalumnos y, a través de ellas, se los convoca para actividades institucionales, brindando su aporte para la construcción de la comunidad educativa.

69. En consonancia con lo expresado en “Misión y Espíritu”[7], cada Centro Educativo Marianista forma parte de una red educativa y misionera, donde se comparten proyectos y recursos de todo tipo, sintiendo que participamos todos en una única misión.

 

 

 

ANEXO: Manos a la Obra

 

El Proyecto Educativo Pastoral describe nuestro horizonte de sentido y señala algunos caminos para alcanzarlo. De los desafíos presentados en el PEP deberán surgir planes de acción (conjuntos y particulares para cada centro educativo) concretos, contextualizados y posibles. Planes con prioridades significativas y movilizadoras, surgidas de necesidades reales percibidas en nuestras comunidades educativas.  Estos planes requerirán:

  1. Definir correctamente los problemas a abordar: detectar sus causas, traducirlas en objetivos y efectuar propuestas de solución a partir del análisis de diferentes alternativas.
  1. Elegir, en cada caso, una propuesta de acción concreta. La propuesta escogida debe contar con:
  • Objetivos específicos
  • Resultado esperado.
  • Acciones a desarrollar para alcanzarlo
  • Responsable/s
  • Tiempo estimado
  • Metodología de evaluación.

3. Mantener sistemas de consulta y participación, para suscitar compromisos compartidos a través de procesos colectivos de autorrevisión y mejora.

La aplicación renovada y la profundización del Proyecto Educativo Pastoral será un proceso donde se deben identificar y favorecerán oportunidades para el desarrollo personal y comunitario. Supondrá abrirse a nuevas ideas, reconstruir concepciones y métodos, movilizar recursos y profundizar relaciones. Requerirá desaprender muchas cosas y re-encantarse con las fuentes más hondas del esfuerzo educativo, para poder llegar a nuevas fronteras desde donde podremos educar más y mejor.

Vivimos un tiempo privilegiado para educar, estamos frente a una oportunidad inmejorable y privilegiada, en muchos aspectos similar a la época de nuestro Fundador. En un escenario plural, para preservar el sentido de un centro educativo marianista no hay que aislarse del mundo y de la Historia, sino revisar nuestra identidad, buscar en nuestros propios tesoros –varios de ellos, escondidos u olvidados-, confiar en las propias fuerzas  y volver a enamorarnos de la hermosa y delicada misión de educar.

Con humildad, nuestros centros educativos deben tener ventanas abiertas a la gracia y al llamado del Señor, quien nos convoca a una misión tan simple como grande: anunciar el Amor de Dios a cada hombre y a cada mujer, a lo largo de todas las generaciones. En su Providencia, en el carisma que nos regalara el padre Chaminade, en la tradición educativa que se forjó a lo largo de dos siglos y en el compromiso de los educadores marianistas de Argentina reside nuestra esperanza.

.

[1] Documento de carácter internacional, aprobado en el Capítulo General de la Compañía de María de 1996

[2] Estatutos del Instituto Cultural Marianista de Argentina, art. 1

[3] Cf. Documento “Misión y Espíritu”, aprobado por la Asamblea de Socios y el Capítulo Regional de la Compañía de María en la Argentina, en septiembre de 2007, nº 2.1 al 2.3.

[4] Como nos recuerdan los obispos latinoamericanos “la meta que la escuela católica se propone, respecto de los niños y jóvenes, es la de conducir al encuentro con Jesucristo vivo, Hijo del Padre, hermano y amigo, Maestro y Pastor misericordioso, esperanza, camino, verdad y vida, y, así, a la vivencia de la alianza con Dios y con los hombres”. Vª Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe (2007), Documento de Aparecida, nº 336

[5]Esta conciencia misionera surge de un llamado, como bien lo recuerda el documento de Aparecida: “Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (Cf. Jn 1, 38), pero es el Señor quien los llama: “Sígueme” (Mc 1, 14; Mt 9, 9)” (DA, 278 a). A partir de esa convocatoria, se va construyendo un proyecto de vida que integra las diferentes dimensiones de la persona y que es orientado hacia un compromiso, colaborar con la construcción del Reino de Dios. Proyecto que se alimenta, se enriquece, es configurado y configura una espiritualidad honda, surgida del hecho clave de haber descubierto a Jesucristo, “una Persona que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Benedicto XVI: 2006)

[6] Reglamento Operativo Interno del Instituto Cultural Marianista (2007), 4.1.7.

[7] Cf. “Misión y Espíritu” (2007), 3.6.